LA PANELA: UNA DULCE HISTORIA

panela artesanal

Esta historia es dulce, porque comienza con el amor. Ese sentimiento es el responsable de que la dulzura llegara a nuestro país. Ocurre que cuando Cristóbal Colón partió hacia América, se detuvo en las Islas Canarias para abastecerse de ciertos víveres. Su idea original era permanecer dos días, pero se enamoró de Beatriz Bobadilla y se quedó treinta. Al partir, Beatriz le regaló, como recuerdo, unas cañas de azúcar, con las que se inició la plantación en nuestro continente.

Más de 500 años después, en junio de 2017, Shiwi fue en busca de lo dulce. En nuestro viaje —que ni fue tan largo como el de Colón, pero tuvo sus pequeñas peripecias— no fuimos tras el jugo de caña industrializado y finalmente cristalizado, es decir azúcar ya refinada, sino de la panela, su forma artesanal y más saludable, que en el Perú conocemos también como chancaca. Nuestro destino era una de las áreas de conservación privada más activas del país, que quiere crecer y compartir su aprendizaje, demostrando que a pesar de no ser fácil la convivencia entre vecinos y con la naturaleza, es posible vencer las dificultades y hacerla más armoniosa. Estamos hablando de Bosque Berlín, en Bagua Grande, Región Amazonas.

Nuestro objetivo era capacitarnos en panela. Naturalmente, no éramos los únicos. Inevitablemente, se recuerda la fábula de Samaniego que comienza diciendo que “a un panal de rica miel, dos mil moscas acudieron…”. Nosotros no éramos dos mil, ni, claro, moscas. Atraídos de manera irresistible por el magnetismo de la panela, acudimos desde Piura, San Martín, Amazonas y Lima. En la plaza de Bagua Grande, nos encontramos con los productores de panela de cuatro áreas de conservación privada y con Vicente y Andrés, expertos paneleros, líderes de una cooperativa agraria en Montero, Piura.

panela artesanal shiwi

Familia Rimarachín del ACP Bosque Berlín produciendo panela artesanal

Otra diferencia significativa con el relato del fabulista español que citamos líneas arriba, fue que no acudimos por golosos. Acudimos con la finalidad de aprender de los que saben. Para lograrlo, planeamos reunir conocimientos de campo, saberes técnicos y de administración, un poco de ciencia y algo de ingenio, durante tres intensos días.
Partimos, la mayoría recién conocidos y subimos durante una hora por el verde y hermoso valle del Utcubamba, hacia Bosque Berlín. Familiarizados ya con las caras nuevas, llegamos al inicio del camino. De nada nos sirvió cambiarnos de zapatos, porque había llovido y hubo muchos resbalones y caídas, superados por las risas y las amistosas carcajadas. Conocimos a simpáticos vecinos de la zona y finalmente llegamos a la casa de la familia Rimarachín, donde nos demostraron el verdadero significado de la palabra hospitalidad, recibiéndonos con los brazos —y las puertas de su cocina—generosamente abiertos.

De esta manera, durante los días de capacitación, pudimos afinar ciertos aspectos en la elaboración de panela ecológica, libre de insumos químicos y de la estandarización de texturas y color, así como temas de higiene y calidad. Al margen del fundamental enriquecimiento espiritual que otorga el contacto con la naturaleza y con personas que no buscan repletarse de dinero, sino más bien mejorar en todo sentido su calidad de vida, aplicamos lo aprendido en nuestro deseo de replicar el modelo de Shiwi. Así, pensando en potencializar el valor agregado en la cadena productiva, desarrollamos caramelos de panela con ralladura de naranja. Honestamente, les aseguramos que son deliciosos. Muy pronto los podrán probar.

Por último, queremos recordarles que al adquirir los productos de Shiwi, no solo reciben alimentos saludables y con alto valor nutricional. Ustedes también colaboran a que la tierra siga siendo fértil, porque generan ingresos económicos a las personas que viven en armonía con la naturaleza y no destruyéndola. La usan creativa y respetuosamente. Por nuestra parte, queremos tener más amigos y compartir con ellos. Queremos que la gente en la ciudad viva más saludable y que a la gente en el campo tenga más oportunidades. Shiwi sostiene que el comercio es un intercambio justo, en el que debe imperar, por supuesto, la dulzura.